David Silva Johnson
Abogado, Doctor en
Planificación Urbana
Candidato a Concejal por Providencia
Partido Socialista de
Chile
A propósito de las elecciones
municipales del próximo domingo 28 de octubre, se ha discutido que los
candidatos a alcaldes y concejales no tienen propuestas reales, y que se
promueven a punta de slogans, caras, frases e imágenes. Quisiera poner algunos
antecedentes sobre la mesa – por lo menos con respecto a los concejales – respecto a por qué es atendible y también conveniente
que así sea.
Es atendible porque según el art. 79 de la ley Orgánica de
Municipalidades al Concejo Comunal le corresponde, entre otras, elegir al
alcalde (en caso de vacancia), aprobar el plan comunal de desarrollo, aprobar
el presupuesto, aprobar el plan regulador comunal, fiscalizar el cumplimiento
de los planes y programas de inversión municipales y la ejecución del
presupuesto municipal, fiscalizar las actuaciones del alcalde y una
multiplicidad de otras funciones de carácter no ejecutivo en que abundan las
formas verbales de mera asistencia en el trabajo municipal del tipo “pronunciarse”,
“recomendar”, “citar o pedir información”, “solicitar”, “analizar”, ”supervisar”,
“informar”, etc.
Claramente la suma del poder a nivel
local y las funciones de corte verdaderamente ejecutivo están radicadas en la
figura del alcalde, que según la ley es la máxima autoridad de la municipalidad
y en tal calidad le corresponderá su dirección y administración superior. Las
atribuciones que tiene el alcalde superan con mucho el quehacer que ostenta el
Concejo, y como está actualmente concebida la ley, este órgano colegiado no es
mucho más que una figura ornamental y con suerte colaborativa en el entramado del
poder administrativo municipal.
Dicho lo anterior no cabe sino
desconfiar de los concejales que en su campaña dicen buscar desarrollar
programas de gran impacto, construir tal y cual obra de beneficio público
largamente esperada por los habitantes de la comuna, instaurar una nueva forma
de hacer política en el ámbito municipal, llevar adelante novedosas iniciativas
con claros impactos positivos para los vecinos, etc.
Y digo que también es conveniente que
los candidatos se den a conocer con nombres e imágenes porque un candidato que
sale del florido esquema del “no vengo a vender, vengo a regalar” y privilegia
en cambio en su campaña el parco lenguaje de un nombre, una idea, una cara,
está por lo menos alineado con la verdad de las cosas en lo que dice al rango
de acción que le cabrá en el ámbito del Concejo Comunal que pretende integrar.
Es
cierto, algunos candidatos abusan en su afán de llamar la atención y
distinguirse en la innúmera y variopinta selva eleccionaria (hoy se presentan más
de 400 candidatos extra en relación a la elección de 2008), pero se ha de estar
en su pellejo para ver lo que cuesta que el elector los pueda primero
diferenciar (que ya es un logro!) y después ponderar su perfil, su partido
político, su planteamiento base e idealmente sus reflexiones acerca del
quehacer municipal en la localidad concreta en que compite.
De todas formas, existen por lo menos
dos cosas básicas que el elector debiera evaluar antes de dar su voto a tal o
cual candidato. Primero, la trayectoria del concursante. En este punto es
obviamente deseable que la mujer o el hombre que desea ser electo concejal muestren
en su historia de vida alguna relación laboral, académica o del tipo
participación ciudadana con los temas que engloba el gobierno local. Elegir
por ejemplo a un gran ex-seleccionador de fútbol o a un excelente conductor de
programas infantiles de la televisión en principio parece no ser muy adecuado
para que desempeñe las tediosas y a veces complicadas labores de la
administración municipal. En segundo lugar importa que la persona elegida
sea honesta. Parece trivial pero algo tan básico parece no ser valorado por
anticipado por los votantes. Hay ejemplos de sobra como el bullado caso de los
problemas con la ley que han debido enfrentar algunos miembros del Concejo
Municipal de Arica que demuestran que la falta de honestidad puede traer muchas
consecuencias después de elegidos nuestros representantes municipales. La ley
tampoco ayuda mucho en esto porque el dinero que perciben los concejales por
las sesiones asistidas no alcanza para solventar gastos de vida de una familia;
de este modo existen incentivos peligrosos como para que los concejales puedan lucrar
con actividades para-municipales en principio no prohibidas por la ley (tramitación
de permisos de construcción, tramitación de permisos de ley de alcoholes y un
largo etcétera). Aquí el mensaje es claro: desconfíe de un concejal o concejala
que sólo vive de su trabajo como tal. Si esto es así, hay gato encerrado.
Todo lo anterior no obsta
a que existan algunos temas que el candidato o candidata tenga como
predilectos y desee, desde su posición de colaborador el alcalde, impulsar
y poner en discusión en el seno del gobierno local en busca de alguna
concreción posterior. En este sentido me parece que hoy existen temas tan
elementales que por lo menos en el caso de la batalla eleccionaria que se libra
en la comuna de Providencia – que me ha tocado seguir más de cerca – brillan
por su ausencia en las propuestas de alcaldes y concejales que se ofrecen.
Entre están destaco las siguientes: i) la promoción de la armonía en la vida
de nuestros barrios mediante acciones que contribuyan a generar mayores
grados de equilibrio y buen vivir en el día a día en la comuna de Providencia,
que posee una identidad tan marcada por su carácter residencial y el desarrollo
de comercio a escala barrial, abriendo para esto el dialogo ciudadano para
mejorar la información y la gestión de usos de suelo, aéreas verdes, salud,
educación, seguridad, cultura, reciclaje doméstico, sustentabilidad y
presupuesto municipal; ii) idear programas inteligentes para el adulto mayor
no ya sólo del tipo entretención y pasatiempo, sino como una iniciativa que
les permita aportar desde sus respectivas destrezas profesionales y enorme
capital de sabiduría practica y teórica acumulada, de modo de permitirles
generar un ingreso extra y poner de relieve su capacidad de transmisión de
conocimiento y saberes a las personas más jóvenes de la comuna; iii) last but not least, generar
esquemas y procesos que permitan una efectiva accountability ciudadana para ponderar colectivamente, de modo
objetivo y con una periodicidad razonable, el quehacer y la gestión
administrativa de la comuna.
En fin, es de esperar que el domingo
28 de octubre la población votante del país (que es mucho más numerosa que la
que podía hacerlo en nuestras ultimas elecciones!) vote por candidatos a
concejales que genuinamente se interesen por poner en práctica una política
de puertas abiertas desde la concejalía para recibir a la ciudadanía, sus
expresiones políticas, sociales y culturales, restaurando su rol central en la
participación colaborativa que apunte al desarrollo y proyección de sus
comunas.