Ultimas entradas

viernes, 28 de febrero de 2014

OPOSICION, OBTUSA, MALINTENCIONADA?

Solari, Ricardo
Jueves 27 de Febrero de 2014



“Ciega, obtusa y malintencionada”. Así calificó ayer el Presidente Piñera a la actual oposición. A esa misma oposición que ganó con amplio apoyo las pasadas elecciones presidenciales y parlamentarias, y que en dos semanas más asumirá el gobierno. ¿Hay justificación para esos duros dichos? ¿Se recuerda en los 20 años anteriores a alguno de los ex presidentes de la República refiriéndose de esa manera a sus adversarios políticos?

La verdad es que entre la oposición y Piñera no han existido desencuentros que justifiquen estos excesos verbales. Pero, efectivamente, tampoco ha habido un ambiente de cooperación, con la excepción del reciente fallo del Tribunal de La Haya, el que evidentemente requería niveles mínimos de coordinación entre las distintas opciones políticas. Las razones de este déficit de relación constructiva entre el Gobierno y la oposición son muchas. Es evidente que existen enormes diferencias programáticas, pero más allá de esas discrepancias propias de la dinámica política de cualquier país, en el caso de los últimos cuatro años el origen de estas divergencias es bien concreto.

Primero, el Gobierno se inició con un intento de cooptación de personajes del universo político que representaba la Concertación, para transmitir la falsa idea de ruptura del acuerdo entre el centro y la izquierda que gobernó entre 1990 y 2010. En vez de procurar el entendimiento institucional con los partidos y los parlamentarios que constituirán la oposición formal a partir de marzo próximo, Piñera, como habitual apostador, prefirió simular la realidad de una nueva correlación política, a partir de la inclusión en su gabinete de un par de figuras democratacristianas.

Ese plan fracasó rotundamente. Es más, el momento más duro de la relación entre el gobierno de Piñera y la oposición —la acusación constitucional contra el ministro de Educación, Harald Beyer— fue protagonizado por una diputada del PRI que alcanzó la vicepresidencia de la Cámara con el apoyo de los parlamentarios de la Alianza, en un acuerdo “administrativo” que permite hasta hoy a la derecha encabezar dicha Cámara.

La segunda razón de esta divergencia profunda entre Piñera y la oposición es algo más dramática: fue el modo partidista con que el actual gobierno asumió el 27-F, endosando responsabilidad de sus consecuencias a la Presidenta Bachelet para intentar así erosionar su gran popularidad. Aquello fue funesto, porque no había momento más necesario para la unidad nacional que los días posteriores ese tremendo terremoto. Pero el Gobierno lo dejó pasar, privilegiando la posibilidad de una ventaja política.

El tercer motivo de la brecha entre Gobierno y oposición fue la lentitud del Presidente en despejar sus conflictos de interés explícitos. Era imposible para la oposición llegar a acuerdos con un Mandatario que no era capaz de separar la gestión de sus negocios y la conducción del país. Sin embargo, en la denuncia de estos conflictos de interés, la oposición no estuvo sola: los más duros fueron los líderes de la propia derecha, entre ellos Longueira, Matthei y Allamand.

En el balance, la oposición no obstaculizó proyectos relevantes del Gobierno. Además, no pocos de los más anunciados se paralizaron por las discrepancias al interior de las fuerzas oficialistas, o capotaron por la incompetencia de la gestión política gubernamental.

En estos días de fin de ciclo, las palabras de Piñera parecen destempladas e injustificadas. A menos que, curiosamente, se esperen halagos de quienes tienen una evaluación distinta a la del Primer Mandatario. Pero esa no es la tarea de la oposición en ninguna democracia que valga la pena. Y además, por algún motivo, los electores decidieron seguir un camino diferente a la continuidad del actual gobierno. Es respecto de esa decisión ciudadana que deberían estar reflexionando las autoridades salientes en este momento de despedida

Fuente:LASEGUNDA 28 de febrero 2014

martes, 25 de febrero de 2014

Gabriel Gaspar cuestiona manejo post La Haya

25 de febrero de 2014
Gabriel Gaspar cuestiona manejo post La Haya:

“Piñera y su canciller son responsables de la pérdida de más de 20 mil km cuadrados de territorio nacional… y no he visto ninguna actitud autocrítica”

El ex embajador señala que el gobierno quedó descolocado con el resultado de la Corte y que desde entonces no ha sabido reaccionar. Las tres semanas que tardó el envío de la nota de protesta, dice, no tienen explicación. “Perú revindicó un territorio que es nuestro y se cumple lo que muchos advertimos: que aquí no había una voluntad por cerrar los temas pendientes”, señala Gaspar.
Ha sido una de las voces más críticas respecto a la estrategia de la Cancillería. Gabriel Gaspar, experto en relaciones internacionales, ex embajador y ex subsecretario de Guerra, hace un crudo análisis de cómo se ha enfrentado el escenario pre y post La Haya. Apunta a que el tema se ha manejado mal, que el gobierno quedó desconcertado y que no se ha hecho una autocrítica por los 20 mil kilómetros cuadrados de mar que Chile perdió.
Sobre todo, en la polémica por el triángulo terrestre –una zona de 3,7 hectáreas que ambos países reclaman como suya–, días después de que La Haya emitiera su fallo. Perú publicó el 3 de febrero un mapa adjudicándose el triángulo. Chile respondió con una nota de protesta que se envió el pasado viernes 21 de febrero al país vecino. Hecho que Gaspar califica como “un manejo muy poco profesional”, por la lenta reacción del Ministerio de Relaciones Exteriores conducido por Alfredo Moreno.
Además, critica las últimas declaraciones que Sebastián Piñera hizo sobre Venezuela. “No es bueno decir que los gobernantes de un país mienten. Es un cierre poco diplomático”, dice Gaspar sobre el desempeño de la administración de Piñera en el último mes antes de dejar La Moneda.
-Hoy se supo la respuesta de la Cancillería peruana a la nota de protesta que envió el viernes Chile. ¿Cómo evalúa el desempeño de la Cancillería chilena en el manejo de la polémica por el triángulo terrestre?
-Lo primero es que nos llama la atención la demora en presentar la nota pese a las reiteradas veces que se anuncia en la prensa por las propias autoridades. También llama la atención el secretismo. Porque uno se entera hoy (ayer) por confirmación de la prensa peruana que la nota fue enviada el viernes. Pareciera que se trata de una nota prematuramente anunciada. Demorada, no se sabe por qué razones, y que pareciera secreta para los chilenos y cuya respuesta es pública por parte de Perú. Es un muy mal manejo profesional, que reitera los errores en la conducción diplomática en la relación con el Perú, que entre otras cosas implicó la perdida de territorio marítimo.
-Es una actitud que contrasta con la de Torre Tagle, que envió en poco tiempo una nota de protesta a Chile por un incidente en su Consulado…
-Claro. El presidente Piñera y su canciller Moreno son responsables de la pérdida de más de 20 mil kilómetros cuadrados de territorio nacional. Eso es grave, muy grave. Y no he visto ninguna actitud autocrítica. En todas las instituciones serias existe un departamento de análisis de errores, para no cometerlos de nuevo, que es encabezado por las autoridades. Aquí no hay nada. Al contrario, en los primeros días escuché que la gente decía que se resguardaron nuestros intereses. Pero, por favor, cómo se van a resguardar nuestros intereses si perdimos territorio. Escuché después a autoridades diciendo que habíamos ganado porque nos quedamos con la zona de mejor pesca. O sea, para estos señores, perder más de 20 mil kilómetros no significa una pérdida. Ese tipo de óptica lo encuentro muy lamentable. Después, Perú revindicó un territorio que es nuestro y se cumple lo que muchos advertimos: que aquí no había una voluntad por cerrar los temas pendientes. Ese territorio es nuestro, es chileno.
-¿Fue una señal de debilidad la tardanza en el envío de la nota de protesta? 
-Se vaciló y no sabemos las razones, que deberán ser explicadas  por las autoridades. Yo diría que se mostraron todas las falencias. Al menos en el manejo de la relación vecinal, tanto con Perú como con Bolivia. Hubo una preocupación por los titulares de prensa, pero no por los intereses permanentes. Este gobierno nos está entregando un país más chico que el que recibió. Frente a eso ni siquiera hace autocrítica y ni siquiera se hace respetar. Hay partes del fallo de La Haya que obligan a que el Perú aplique la Convemar, frente a eso el gobierno guarda silencio. Perú no cumple con una parte del fallo de La Haya que nos instruye a ambos países a ajustar nuestras legislaciones internas a la normativa internacional y específicamente la Convención del Mar (Convemar).
-¿A qué responde la actitud del gobierno en el escenario post La Haya?
-Creo que la Cancillería y el gobierno quedaron descolocados. Ellos siempre privilegiaron el entendimiento económico. Se nos dijo durante tres años que este era un tema jurídico, lejano, que había que encapsularlo y que nos íbamos por las cuerdas paralelas. ‘Hay que dejar en La Haya lo que es de La Haya’, citando las palabras textuales. Se desplegó una estrategia de pisco sour y condecoraciones. Pero cuando el fallo ya era evidente, se transformó en un tema estratégico. Se citó al Cosena, pero una semana antes del fallo. ¿Por qué se esperó 3 años y 10 meses para hacer esto? Después del fallo se nos dice que ganamos. ¿Por qué?, porque nos quedamos con las 80 millas que tienen mejor pesca. Pareciera que el tema es pesquero. Eso muestra la óptica con la que se abordó el tema, porque significa que les importa el territorio que da ganancia. Las 120 millas restantes no dan ganancia, no importan. Ese es un criterio economicista y pequeño, inmediato. Ha predominado una óptica economicista, mercantilista y, por lo mismo, los temas estratégicos quedaron descolocados.
-¿Cómo queda Chile en el barrio?
-Vamos a tener que hacer un balance. Lo menos que podemos decir es que Chile ha terminado con relaciones muy frías en el barrio. Con el que se pensaba que estábamos en el mejor momento de la historia, que es Perú, resulta que no es cierto, porque estamos enfrascados en una nueva controversia. Con Bolivia estamos con una demanda. Con Argentina no hay conflicto, pero tampoco cariño. Brasil y Ecuador que de antaño eran leales y afectuosos amigos de Chile, hoy no están así. Habría que preguntarse por qué la presidenta Dilma Rousseff rechazó cerca de cinco invitaciones a Chile. Bueno y para qué decir las relaciones con Venezuela. Las relaciones son entre Estados, no entre gobiernos. A los chilenos no nos gusta que se metan en nuestros asuntos, tampoco corresponde que nos metamos en los asuntos de otros.
-Es lo que ha hecho el presidente Sebastián Piñera con sus declaraciones sobre el gobierno de Nicolás Maduro. ¿Afecta eso a la administración entrante? ¿En qué posición queda la nueva administración? 
-No es que con esto se complique a Michelle Bachelet y su gobierno. Se complica a Chile.
-¿Por qué? 
-No es bueno decir que los gobernantes de un país mienten. Que los diplomáticos de otros países hablan demasiado. Que el sistema político del país X es malo. Eso no es diplomático. Yo creo que todo esto va a obligar a que la diplomacia y la política exterior chilena retomen su curso, que es el de estar presente fuertemente en los temas políticos de la región. Vamos a tener que reinsertarnos en América Latina. Si descuento la buena relación que tenemos con Colombia, con el resto de los países solamente tenemos relaciones frías.
-El próximo 11 de marzo vendrán varios presidentes de la región, ¿será esta la primera prueba del nuevo gobierno?
-La presidenta electa ya tuvo un primer gesto, que fue cuando estuvo en La Habana. Ahí estuvo con todos los presidentes y fue bien recibida. Cuando ella habló por pocos minutos hizo una alocución a la reinserción en América Latina. Creo que muchos países tienen interés en profundizar la relación con Chile