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sábado, 3 de agosto de 2013

Cuestión de desconfianza

Ricardo Solari
 
Desde esta columna no se suelen celebrar actuaciones del gobierno. Y no es por negativismo. Es que hay demasiados anuncios y pocas realizaciones que compartir. Pero la decisión del Ministerio de Desarrollo Social de constituir un panel de expertos para monitorear la Casen 2013 y, simultáneamente, entregar al Centro de Microdatos de la Universidad de Chile la realización de la encuesta y, por su parte, el mea culpa del nuevo director del INE respecto de lo obrado con el pasado censo y su compromiso de una fecha para la entrega de sus resultados definitivos son rectificaciones que apuntan en la correcta dirección de reforzar instrumentos claves para las políticas sociales del país. Felicitaciones.

Esperábamos de este gobierno, que construyó su promesa fundacional en torno al tema de la eficiencia (la nueva forma de gobernar, el gobierno de los mejores), diera un paso relevante en el fortalecimiento de las capacidades públicas y también detonara un fuerte impulso a la modernización estatal.

Pero nada de eso ocurrió. Se irrespetó en su espíritu todo lo obrado por la Alta Dirección Publica y se les pidió la renuncia, por sospechas políticas, a personas recién designadas en concursos competitivos y onerosos para el Estado. Actuaciones polémicas, a propósito de conflictos explícitos de intereses, han expuesto a instituciones de alto prestigio, como el Servicio de Impuestos Internos, a controversias enteramente innecesarias. El nuevo Servel debutó con una actuación pletórica de imperfecciones en las elecciones municipales de octubre pasado, en un área donde el desempeño previo gozaba de amplio respeto.

De infinita lentitud ante casos que afectan significativamente a pequeños accionistas y a los fondos de pensiones. Ayer fue La Polar. Hoy, sumándose al derrumbe de las acciones de Soquimich, la extraña operación de las Cascadas asociadas a la propiedad de esa empresa, que pueden haber costado a las AFP cientos de millones de dólares en pérdidas, respecto de lo cual, hasta hoy, no hay el más mínimo pronunciamiento oficial.

Se sabe que la desconfianza es uno de los principales rasgos de la realidad psicosocial de Chile. Muchos estudios han ratificado esa característica sombría del alma nacional. Uno de los principales desafíos de las élites es fortalecer el capital social de nuestra comunidad, aumentando los grados de adhesión a las instituciones y a sus dirigentes. Los problemas del sistema político los conocemos y han sido diagnosticados con precisión. Las reformas al sistema electoral, la posibilidad de una nueva Constitución compartida por todos hacen parte fundamental del desarme de la desconfianza. Adicionalmente, el despliegue de una agenda pro transparencia, que esclarezca la relación entre dinero y política, que regule el lobby, los conflictos de intereses, que defina la administración patrimonial de los representantes en el Gobierno y el Parlamento, que imponga el mejoramiento substantivo del funcionamiento de los partidos y la disponibilidad sin restricciones de información al público son parte de un gran esfuerzo por ganar la reputación y el aprecio ciudadano.

Construir confianza pública es una tarea esencial del gobierno moderno. La destrucción de ese capital afecta las posibilidades efectivas de alcanzar el desarrollo. Independiente del tamaño de su PIB per cápita, los países sólo pueden llamarse desarrollados cuando tienen instituciones sólidas, cuyo prestigio cimienta sociedades cohesionadas donde los conflictos son procesados por la política y no terminan en la violencia o en la destrucción del patrimonio público. Por eso, reconocer errores y comprometer enmiendas es una buena actitud de la autoridad. Ojalá continúen en esa senda y esa conducta nos comprometa a todos.

fuente:  http://blogs.lasegunda.com/redaccion/2013/08/01/cuestion-de-desconfianza.asp

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