Desde esta columna no se suelen celebrar actuaciones del
gobierno. Y no es por negativismo. Es que hay demasiados anuncios y
pocas realizaciones que compartir. Pero la decisión del Ministerio de
Desarrollo Social de constituir un panel de expertos para monitorear la
Casen 2013 y, simultáneamente, entregar al Centro de Microdatos de la
Universidad de Chile la realización de la encuesta y, por su parte, el
mea culpa del nuevo director del INE respecto de lo obrado con el pasado
censo y su compromiso de una fecha para la entrega de sus resultados
definitivos son rectificaciones que apuntan en la correcta dirección de
reforzar instrumentos claves para las políticas sociales del país.
Felicitaciones.
Esperábamos
de este gobierno, que construyó su promesa fundacional en torno al tema
de la eficiencia (la nueva forma de gobernar, el gobierno de los
mejores), diera un paso relevante en el fortalecimiento de las
capacidades públicas y también detonara un fuerte impulso a la
modernización estatal.
Pero
nada de eso ocurrió. Se irrespetó en su espíritu todo lo obrado por la
Alta Dirección Publica y se les pidió la renuncia, por sospechas
políticas, a personas recién designadas en concursos competitivos y
onerosos para el Estado. Actuaciones polémicas, a propósito de
conflictos explícitos de intereses, han expuesto a instituciones de alto
prestigio, como el Servicio de Impuestos Internos, a controversias
enteramente innecesarias. El nuevo Servel debutó con una actuación
pletórica de imperfecciones en las elecciones municipales de octubre
pasado, en un área donde el desempeño previo gozaba de amplio respeto.
De infinita lentitud ante casos que afectan
significativamente a pequeños accionistas y a los fondos de pensiones.
Ayer fue La Polar. Hoy, sumándose al derrumbe de las acciones de
Soquimich, la extraña operación de las Cascadas asociadas a la propiedad
de esa empresa, que pueden haber costado a las AFP cientos de millones
de dólares en pérdidas, respecto de lo cual, hasta hoy, no hay el más
mínimo pronunciamiento oficial.
Se
sabe que la desconfianza es uno de los principales rasgos de la
realidad psicosocial de Chile. Muchos estudios han ratificado esa
característica sombría del alma nacional. Uno de los principales
desafíos de las élites es fortalecer el capital social de nuestra
comunidad, aumentando los grados de adhesión a las instituciones y a sus
dirigentes. Los problemas del sistema político los conocemos y han sido
diagnosticados con precisión. Las reformas al sistema electoral, la
posibilidad de una nueva Constitución compartida por todos hacen parte
fundamental del desarme de la desconfianza. Adicionalmente, el
despliegue de una agenda pro transparencia, que esclarezca la relación
entre dinero y política, que regule el lobby,
los conflictos de intereses, que defina la administración patrimonial
de los representantes en el Gobierno y el Parlamento, que imponga el
mejoramiento substantivo del funcionamiento de los partidos y la
disponibilidad sin restricciones de información al público son parte de
un gran esfuerzo por ganar la reputación y el aprecio ciudadano.
fuente: http://blogs.lasegunda.com/redaccion/2013/08/01/cuestion-de-desconfianza.asp
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