Gabriel Gaspar
Las elecciones del 17 de noviembre confirmaron una tendencia muy anunciada: la amplia adhesión de Michelle Bachelet en la ciudadanía. Pero junto a ello tenemos dos verdades rotundas: la derrota del Gobierno y la derecha, junto a una sociedad crecientemente abstencionista.
Lo último llama la atención, especialmente si consideramos que en los últimos años Chile ha sido testigo de numerosas y variadas movilizaciones sociales. ¿Por qué no votan los chilenos? Es una gran pregunta, que probablemente tenga muchas respuestas, pero la tendencia a la baja concurrencia es persistente, aumentada en esta oportunidad por la voluntariedad del voto acordada en la ultima reforma electoral.
La derrota del oficialismo.
En cualquier indicador que se utilice, numero de parlamentarios electos, total de votos, ex autoridades que concurrieron como candidatos, la tendencia es una sola: la ciudadanía mayoritariamente es crítica de la gestión de la derecha.
Nos acercamos así a una alternancia en el poder. Para la derecha, llegar segunda, a mas de 20 puntos de la primera posición, es la victoria de consuelo.
Hoy mas que nunca se advierte la diferencia de intereses entre el gobierno y los dos partidos de la derecha. La Moneda ingresó al Callejón de la Soledad que terminará de cruzar hasta marzo. El gobierno queda debilitado, sigue y seguirá siendo la autoridad hasta el cambio de mando, pero ya no tiene ninguna capacidad de hegemonizar el proceso político. Hace mucho tiempo también había perdido la hegemonía moral y cultural de la sociedad.
¿Quien perdió mas en el oficialismo? ¿La Moneda? ¿La candidata? ¿RN o la UDI?
El recuento de bajas es amplio, pero mas allá de lo numérico, cabe destacar:
a) el pinochetismo simbólicamente ya no estará en el congreso. En la próxima legislatura, las ausencias de Novoa y Cardemil serán muestra palmaria que el viejo régimen ya pasó hace rato.
b) Asimismo, los triunfos de Andrés Allamand y José Manuel Ossandón en las senaturías de Santiago, tienen un doble efecto: por un lado propinan una fuerte derrota a la UDI, pero a su vez, permiten la consolidación de dos liderazgos de una eventual “nueva derecha”, liberal y post pinochetista, que desbanca las inocultables ambiciones del actual Presidente por asumir ese rol en el futuro inmediato.
c) Pero en su conjunto, la actual coalición gobernante se ha quedado sin discurso, en realidad hace rato que padece de ello. Sin propuestas ni ofertas de futuro, en actitud defensiva y a ratos agresiva (especialmente en su candidata) es difícil convocar a una mayoría política y electoral. Si la derecha chilena se preparó “veinte años para gobernar” como afirmaron en la campaña presidencial del 2009, y su meta era “el desalojo”, el magro resultado que obtuvo el domingo 17 muestra que a futuro esas banderas hoy convocan a muy pocos, ni siquiera al voto duro histórico que ha tenido la derecha desde la recuperación de la democracia.
d) Ojo, en la UDI si bien disminuyeron sustantivamente el numero de diputados, también se redujo la media de edad de los mismos. Emerge una nueva generación, “post coroneles”. Lo que no quiere decir necesariamente que sean mas dúctiles en política y en doctrina.
La oposición.
Es evidente que el liderazgo de Bachelet es lo que aglutina a la mayoría de la oposición y de la sociedad. A su vez, pese a la amplia diversidad de candidaturas presidenciales, solo la de Marco Enríquez – Ominami es la que tendrá continuidad política, en el resto, estamos en presencia de liderazgos efímeros o terminales. Marco y el PRO desarrollaron una campaña propositiva que los afirma como un emergente factor en la política nacional.
Dato no menor es adonde se inclina la balanza. Si excluimos a los votantes de Mathei – Parisi y Jocelyn, tenemos que mas del 60 % de los que sufragaron el 17, lo hicieron por opciones de centro- izquierda y de izquierda mas allá del PC. Nuevamente, exigirá una lectura mas detenida, el análisis de las motivaciones de los chilenos que voluntariamente no votaron.
La coalición bacheletista tiene varias tareas por delante, junto con consolidar su hegemonía en la segunda vuelta, al mismo tiempo deberá empezar a organizarse para asumir la administración del país. En esta segunda vuelta electoral probablemente los contornos y las diferencias de los dos proyectos políticos y sociales que encarnan las dos candidatas se hagan mas nítidos. Una inevitable polarización se acerca, pero ambas candidatas se han adelantado a señalar que esta segunda vuelta será con respeto y propositiva.
La oposición logró importantes avances en ambas cámaras, dispone en el papel de una mayoría sustantiva. Se trata de un vasto arco de fuerzas y personalidades, muchos se preguntan como se comportara esa diversidad en los próximos años de gobierno. Lo cierto es que muchos de los parlamentarios, sino la mayoría, han logrado sendas victorias por sus meritos pero también al amparo de la popularidad de Bachelet.
En la oposición todos ganaron algo, algunos en lo particular perdieron, pero como fuerzas políticas todos sumaron en las huestes de la Nueva Mayoría. Destacan dos novedades dentro de muchas. Los comunistas doblaron su bancada al subir de 3 a 6 sus parlamentarios. Tres de ellos superaron el 40% de apoyo en sus distritos, tres de ellos pertenecen a las Juventudes Comunistas. Después de décadas de anti comunismo, el PC vuelve a instalarse como un actor político pleno en el país.
También sobresale la constitución de una transversal bancada surgida de los movimientos sociales, expresada por ex dirigentes estudiantiles y regionales. Se recupera asi una tradición contemporánea de la política chilena, el transito de las federaciones estudiantiles al congreso y la política. En los sesenta del siglo pasado fue el caso de Luis Maira, Insulza y Ravinet. En los años de la Unidad Popular fue la camada de Alejandro Rojas (FECH y PC), Carlos Lorca (PS asesinado en la dictadura). Fueron los años de la emergencia del gremialismo en la UC que daría origen a la UDI. También cuando las luchas de los pinguinos de la época las encabezaban entre otros Andrés Allamand y Camilo Escalona.
La oposición se prepara para transformarse progresivamente de fuerza política y electoral, a bloque de gobierno, será un proceso no fácil, donde si bien muchos tienen mucha experiencia, deberán entender que la sociedad demanda renovación de rostros y de practicas.
El movimiento social
Lo medular del movimiento social se hizo presente en las pasadas elecciones a través de la elección de muchos lideres surgidos de sus filas, todos vinculados a la oposición, aunque no necesariamente a la Nueva Mayoría.
El alto abstencionismo, en este punto, plantea varias hipótesis:
a) no todos los que se movilizaron en los años precedentes votaron en esta oportunidad.
b) La oferta de candidatos presidenciales alternativos no encontró mayor eco en la ciudadanía.
La altisonancia de algunas declaraciones de lideres de estas agrupaciones denota un fuerte sesgo vanguardista, radical en sus afirmaciones, quedando por verse cual sera su conducta en el futuro. Tendremos en el periodo próximo la presencia de una “ultraizquierda”? O de variadas organizaciones “ultras”? Irán mas allá de la lírica de sus palabras?
Colofón
Viviremos la ultima pata de una larga cueca electoral. En lo que respecta a Michelle, ya lleva varios meses en campaña, virtualmente desde que bajo del avión.
Junto a este proceso electoral, la administración de Sebastian Piñera emprende su travesia del desierto, pese a ello, trata de despedirse creando ministerios en su ultimo trimestre, nombrando embajadores por pocos meses y enviando sendos proyectos de ley. Pareciera que estuviera iniciando su administración y no con el sol quemando en la espalda.
Como tradicionalmente se suele decir que toda elección tiene un resultado numérico y otro político, en esta oportunidad se da un común denominador, en los dos perdió el oficialismo.
Chile se prepara a una alternancia
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