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miércoles, 4 de septiembre de 2013

HOMENAJE A NUESTRO PRESIDENTE: SALVADOR ALLENDE




Gabriel Gaspar. Fundación Chile 21, ex subsecretario de Guerra.

La Historia la escriben los hombres, pero en las condiciones en que les toca vivir. Ahí empezamos a ver las diferencias. Hoy deseo realizar un humilde homenaje a un chileno que dedicó su vida a la medicina, al servicio público y a la política.

Un profesional que vivió en una sencilla casa pareada de Providencia, donde hoy vive su hija. Fue senador, fue ministro de Pedro Aguirre Cerda, eran los años en que gobernar era educar. No hizo fortuna, imposible que tuviera algún conflicto de interés, eran los tiempos en que los mandatarios vivían en sencillas viviendas. Uno de sus antecesores vivió en un departamento en la Plaza de Armas desde donde caminaba todas las mañanas para ir a La Moneda, otro, en una casa ñuñoina donde apenas cabía su numerosa camada. Ninguno tuvo millones de dólares, menos en paraísos fiscales.
Con sus últimas palabras orientó a su gente y predijo el futuro. En todo el planeta hoy se yerguen estatuas en su homenaje, plazas y avenidas llevan su nombre, así como innumerables hospitales y escuelas. En la Universidad de Guadalajara se trasmite de generación en generación su histórico discurso a los estudiantes, en Naciones Unidas resuenan sus palabras, “vengo de un pequeño país”. Pequeño pero digno.
Militó en el Partido de Socialista de entonces, no tuvo “lote” y jamás pidió un blindaje o una omisión, o que le guardaran el cupo, confiaba en el contacto con el pueblo. Era elegante, saludaba a las multitudes con un pañuelo blanco que agitaba con destreza. Construyó amistades profundas, que lo acompañaron hasta el final: el “Perro” Olivares, Víctor Pey, el “Negro” Jorquera, Danilo, por nombrar algunos. También lo acompañaron anónimos colaboradores en aquellos momentos grises y amargos, juramentados a defenderlo y así lo hicieron.

Fue un valiente, vivió muchas situaciones difíciles en su vida, pero cuando la Historia lo enfrentó a su momento decisivo sacó su mejor casta. Le ofrecieron una salida de escape que rechazó con dignidad. Dice la estrategia que nunca se da un combate para perderlo, pero él estaba escribiendo Historia y ahí las victorias se ganan con coraje, aunque cueste la inmolación. Durante largas horas, con un puñado de leales, un par de pelotones de fusileros, resistió el bombardeo de  escuadrones de jets, el asedio de un regimiento de tanques, el fuego de artillería pesada y el asalto de un regimiento de infantería, La Moneda en llamas fue el mudo testimonio de la destrucción de la democracia chilena. Como buen chileno, combatió hasta morir, no se rindió.

Con sus últimas palabras orientó a su gente y predijo el futuro. En todo el planeta hoy se yerguen estatuas en su homenaje, plazas y avenidas llevan su nombre, así como innumerables hospitales y escuelas. En la Universidad de Guadalajara se trasmite de generación en generación su histórico discurso a los estudiantes, en Naciones Unidas resuenan sus palabras, “vengo de un pequeño país”. Pequeño pero digno.
Hizo respetar la investidura de la Presidencia de la República hasta su propio sacrificio. Por todo ello, y mucho más, hoy quiero rendir un modesto homenaje a ese hombre, que nació en Valparaíso, que estudió medicina, que recorrió Chile organizando y defendiendo a su pueblo, y que llevado por éste, entró un día en La Moneda, para seguir rumbo hacia la Historia escribiendo una de las páginas más nobles de la consecuencia y del coraje republicano.

Mis respetos Señor Presidente.

FUENTE:  http://www.elmostrador.cl/opinion/2013/09/04/homenaje-al-senor-presidente/

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