En
el oficialismo se inició una “semana horrible”, en la cual emergieron
viejas rencillas que mantuvieron en suspenso la unidad de la coalición.
La ecuación final (lo que supone que no tendremos más novedades) muestra
una candidatura de la ex ministra Matthei, cuya aprobación fue sacada
con fórceps a Renovación Nacional, y con poco disimulo de parte del
hegemonismo UDI. Pero también muestra el desangre del Gobierno, que en
pocos meses ha perdido una media decena de ministros, entre ellos los de
mayor tonelaje y experiencia política (empezando por Allamand y
Longueira). Haciendo el recuento de bajas, en estos días la derecha ha
perdido a dos líderes históricos que les costó décadas formar.
Si
la posibilidad de victoria en la presidencial se veía difícil en
tiempos de Longueira, ahora la duda es mayor. Puede argumentarse que el
objetivo es obtener —binominal mediante— una cuota parlamentaria que
limite los afanes reformistas de la Nueva Mayoría, pero mucho se tendrá
que hacer en estos 100 días de campaña para que en cada distrito impere
la confianza mutua y la cooperación entre los dos partidos del
oficialismo.
Pero
el daño para el oficialismo es mayor. Una coalición que resuelve de
esta forma sus diferencias, le muestra a la ciudadanía una débil
capacidad de gobierno y de construcción de mayorías; qué decir de los
consensos.
En
suma, semana horrible para la derecha, pero lo pirotécnico de su crisis
ayuda a disimular las debilidades que también mostró la oposición en
estos días.
Una
Nueva Mayoría que levanta las banderas de la renovación, que busca la
adhesión de la juventud y mostrarse abierta a los cambios que la
sociedad demanda, en estos días evidenció en el distrito de Illapel que
no está muy lejos de sus tradicionales prácticas, muchas de las cuales
explican la derrota de la Concertación el 2009.
Asimismo,
la principal coalición opositora, ante una coyuntura que le permitía
mostrar sus diferencias en materia de construcción de acuerdos y
construcción de futuro con el oficialismo, se embarco en una áspera y
poco disimulada discusión respecto a los recelos que la composición del
comando depara. Es claro que en la Nueva Mayoría hay matices
diferentes, pero también es claro que hay una voluntad colectiva en
torno a la candidata. En momentos de desorden y caos del
oficialismo, la oposición se dedicó a cuestionarse internamente. Por el
contrario, si hubiese afirmado su propuesta común, plural y colectiva,
habría avanzado mucho terreno.
Ha
pasado más de una semana de la renuncia de Longueira y tenemos un
oficialismo tratando de sanar heridas autoinfligidas y una oposición que
le cuesta mantener el ritmo tras una ofensiva de victoria. Si en estos
días junto a las imágenes de disputa en el oficialismo se hubiesen
conocido de grandes y plurales acuerdos de parte de la Nueva Mayoría, la
penetración en nuevos territorios de la ciudadanía hubiese sido
posible.
Publicado en La Segunda 25.7.13 : http://blogs.lasegunda.com/redaccion/2013/07/25/despues-de-longueira-2.asp
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