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domingo, 9 de junio de 2013

GUILLERMO TEJEDA: Exonérame, Evelyn


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Mira Evelyn, guapa, cuando vino el Golpe, el pronunciamiento que dicen ustedes los de centroderecha, estabas —creo— en Londres estudiando piano con un discípulo de Arrau (algo es algo) mientras tu padre, el tío Fernando al decir de Bachelet, era agregado aéreo o militar o una cosa de esas, que de agregarse siempre se agrega gente al aparato diplomático, y cobraba su sueldo (hasta el día de hoy, vitalicio, como el tuyo, estatal) no como exonerado sino limpiamente del presupuesto fiscal, del dinero de todos los chilenos, etc., etc., para qué seguir. Él había aprendido inglés en sus entrenamientos en Alabama, donde quizá qué cosa más le enseñaron.
Dejaste el piano y tu padre la embajada, enfilando tú hacia la academia católica (que es una forma específica de academia) y él a dirigir la Academia de Guerra de la FACh donde torturaban a la gente de manera horrorosa. Quien pasara por allí podía ver las novedades que los norteamericanos habían recomendado para el cono sur de América y que en Chile se aplicaban con esmero, no fueran a decir que somos flojos: golpes de pies y puños en distintas partes del cuerpo, destrucción de las uñas con objetos punzantes, el “pau de arara” donde el detenido debe abrazar sus piernas y por el espacio que queda debajo de sus rodillas se introduce un palo, aplicación de corriente eléctrica en partes sensibles del cuerpo como genitales, ano, cabeza, lengua, en fin, aplicándose estos procedimientos reglamentarios con el detenido encapuchado y desnudo. Pero el general Matthei, a cargo de estas instalaciones desde diciembre de 1973 hasta 1976 no se percató de nada, en verdad, y así fue haciendo carrera. Hoy figura en un listado de los que si viajan los toman presos por genocidio o algo, cosas del juez Garzón. Vacaciones locales.

En Chile las cosas, en verdad, se habían torcido, la tragedia griega picoteaba el cuerpo herido de esa gente que por tantas razones había creído en Allende: la explotación laboral, la miseria infantil, los niños de población, los cabros a pata pelada que nos daban a los demás niños con zapatos una como envidia selvática porque tenían algo parecido a un calzado natural de su propia piel. Pero sobre todo, y más allá de lo pintoresco, esa pequeña muerte personal y atroz que es la humillación. Humillados por ser pobres, por ser rotos, por ser ateos, por ser de campo, por ser obreros, por ser lavanderas, incluso ustedes los europeos no españoles, humillados por la gente bien por ser alemanes, o italianos, o croatas, de una manera cruel que ahora ya no opera, por suerte.

Así es que los pobres, los humillados, los morenos de bigote negro y cigarrito huidizo salieron a la Alameda y conquistaron la primera mayoría para Salvador Allende Gossens, mierda, con la borrosa y tibia ayuda de algunos de los que, como yo, veníamos de colegios de curas, de ese infierno, y nos daba puntada al pecho ver las micros con la gente colgando mientras otros surcaban la ciudad en sus autos, y nos escandalizaban la miseria o la desnutrición, y es que eran niños desnutridos, guaguas que se morían por no tener leche, y de Allende se reían por el medio litro de leche pero en fin, él les dio ese medio litro. Que si la justicia iba a venir de manos del marxismo o de lo que fuese, no pensábamos entonces en eso. Ideologías más, ideologías menos, lo que uno veía era esa hambre, esos ojos en la calle, la miseria atroz, la maldición y vergüenza de ser chilenos. Pero el discurso allendista no gustaba a todos, y a muchos les resultaba confrontacional, para qué seguir explicando lo que todos sabemos.
Hoy enfrentan ustedes una campaña electoral. Y no dudan, una vez más, en humillar a la gente decente. No ha sido malo este gobierno, yo pienso, ni tan doctrinal, ni tan represivo, y la economía harto bien, pese a la falta de empatía de Piñera con el sentido común de la gente o incluso consigo mismo. Algo no le cuaja. Ustedes tienen como tarea del semestre hundir a Bachelet. No importa que haya que pisotear la honra de tanta gente decente. Desde tu perspectiva, adivino, un exonerado es alguien que, en principio, ha hecho mal las cosas, un ineficiente, un ser residual. Y si encima recibe alguna pensión estatal es eso, y además un corrupto.
No le salió bien al Presidente su gesta, y el último día de su mandato se las vio con un comunicado o bando o cosa de la autodenominada Junta de Gobierno, que lo destituía por motivos diversos, todos muy severos y ácidos. Fue él el primero en quedarse sin trabajo, y a mucha honra. Un saludo desde aquí para él, primer exonerado de la república.
(...)
Hoy enfrentan ustedes una campaña electoral. Y no dudan, una vez más, en humillar a la gente decente. No ha sido malo este gobierno, yo pienso, ni tan doctrinal, ni tan represivo, y la economía harto bien, pese a la falta de empatía de Piñera con el sentido común de la gente o incluso consigo mismo. Algo no le cuaja. Ustedes tienen como tarea del semestre hundir a Bachelet. No importa que haya que pisotear la honra de tanta gente decente.

Desde tu perspectiva, adivino, un exonerado es alguien que, en principio, ha hecho mal las cosas, un ineficiente, un ser residual. Y si encima recibe alguna pensión estatal es eso, y además un corrupto. Bien, bien.
Pues sabes qué te digo, que prefiero la más indigna de las exoneraciones a tu pureza infernal, y que son mejores mis peores pecados que tus mejores virtudes. No soy nada, lo sé. Pero más respeto con mi gente, con mis muertos, con mis caídos, con mis dolores. Más respeto.
El Mostrador 7.6.13
Para leer completo el articulo: 
http://www.elmostrador.cl/opinion/2013/06/07/exonerame-evelyn/

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