Esta elección tiene más densidad histórica, y por
eso se jugará más en el campo de los proyectos de país que en el de los
programas de gobierno.
(...) Por el cariz que está tomando esta campaña presidencial y los temas que empiezan a instalarse en ella -nueva Constitución, reforma tributaria profunda, cambio del modelo educativo de mercado y revisión del sistema previsional, entre otros- se ve que esta elección se jugará más en el campo de los proyectos de país que en el de los programas de gobierno, más en las visiones de sociedad que en el terreno de los llamados “problemas concretos de la gente”.
(...)
La mayor densidad histórica de esta campaña, sin duda, afecta a los candidatos en competencia de distinta manera y plantea desafíos estratégicos específicos a cada sector político. La más damnificada pareciera ser la candidatura de Golborne, a quien esta contienda de proyectos históricos deja fuera de contexto. Esto podría explicar la dramática descapitalización de su liderazgo, concebido probablemente bajo la errada hipótesis de que a la ex Presidenta Bachelet se la iba a tener que enfrentar en el terreno de las cercanías y simpatías, y no en un debate sobre visiones estratégicas de país.
A Andrés Allamand, por su parte, no le falta densidad histórica, pero le sobra conservadurismo. (...). Hasta ahora ha optado por ser el guardián de las esencias del modelo, y con ese techo político autoimpuesto no es mucho lo que puede hacer.
¿Y qué pasa con la izquierda y la centroizquierda en esta relación de proyectos históricos y programas? Se podría decir que a una parte de la izquierda le sobra proyecto pero le falta programa, y a la otra le sobra mirada corta, pero perdió la capacidad de pensarse a sí misma desde un proyecto estratégico de sociedad. Para esta última izquierda, volver a formular un proyecto de cambios y ser capaz de actuar sin maximalismo, pero de manera tal que la ciudadanía perciba con nitidez que existe una relación entre lo que hoy se hace con un horizonte de largo plazo, parece ser una condición necesaria para volver a ser creíble.
Programa sin proyecto suele conducir a un pragmatismo de vuelo rasante, proyecto sin programa, a una acción básicamente testimonial. En todo caso, esta “dialéctica” ya la resolvió mucho antes que la ciencia política una vieja canción mexicana cuando proponía que “para llegar al cielo se necesitaba una escalera larga y otra cortita”.
vER: lA tERCERA 24.4.2013
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