Desde el primer año, este gobierno ha planteado la prioridad de avanzar en
calidad en la Educación Parvularia, argumentando que se reconoce todo el
progreso en cobertura pero que no se avanzó nada en calidad en el gobierno de la
Presidenta Michelle Bachelet. No haré una lista de los avances en calidad que
hubo y que las autoridades que asumieron conocieron en el momento de entrega,
así como los desafíos pendientes. Conocieron de los progresos efectuados hacia
una política inclusiva en la primera infancia, un principio que descansa en el
reconocimiento de la ciudadanía social de los niños y niñas en tanto son
titulares de derechos. Se valora la diferencia y la diversidad y supone la
eliminación toda forma de discriminación. Se avanzó en inclusión de niños
emigrantes, indígenas, con necesidades especiales, sin distinción de género.
La atención a la diversidad significa dar la posibilidad a los párvulos de
hacer cosas distintas, en tiempos diferentes, con otros compañeros y educadores
o de forma individual. Se elaboraron políticas de buen trato, se construyó un
curriculum inclusivo que permitiera fortalecer la cultura de las
diferentes etnias, asimismo incorporar a los niños con necesidades
especiales profundizando el trabajo para potenciar al máximo el desarrollo y
aprendizaje de acuerdo a cada cual. Es decir, no dar a todos lo mismo sino
ofrecer a cada uno la ayuda que necesita en un momento preciso.
Hoy nos encontramos con un cambio en los requerimientos para tener
un jardín infantil o sala cuna que aparece en el decreto 115 del 18 de mayo del
2012, firmado por el Presidente Piñera. Se aumenta en este nivel a una educadora
de párvulos cada 42 niños/as y una técnico cada siete. Entonces, ¿de qué calidad
estamos hablando? Pero no sólo esto: se eliminan los auxiliares de servicio y el
certificado de salud que se les exige a las manipuladoras. ¿Qué opina el
ministro de Salud al respecto? Desaparece la directora con dedicación de su
jornada para administrar y gestionar el jardín Infantil.
Se elaboraron orientaciones teóricas y metodológicas para incorporar un
enfoque de género en las prácticas educativas. Se incorporó la dimensión de
género en la política de familia para promover la paternidad activa y la crianza
compartida. Se generaron diplomados para técnicas y educadoras en apego, en buen
trato, género, además de capacitaciones en los temas de género e
interculturalidad, así como material didáctico que expresara la riqueza de la
diversidad. Por primera vez los niños tuvieron acceso a muñecas que no tenían
una pierna y usaban muletas, sólo por compartir un ejemplo. Se avanzó también
en una política de territorialidad del país, entendiendo territorios que tienen
historia y cultura común, entre otras cosas, basados en participación ciudadana
en la formulación de políticas públicas y en mirar al niño desde su comunidad,
desde su espacio sociocultural, incorporándolo y valorándolo en su
desarrollo.
De todo lo anterior nació una política de supervisión entendida como
acompañamiento de procesos de un equipo multidisciplinario, incorporando por
primera vez a psicólogas/os, educadoras especiales, especialistas en educación
indígena a los equipos existentes. No fue suficiente. Faltó mucho pero nadie
puede desconocer los avances que hubo. Borrarlos no sirve. Ignorarlos tampoco.
Hay que construir y retroalimentar lo realizado, avanzar en el tema de inclusión
social, pues el seguir focalizando sólo para los sectores más pobres significa
más exclusión social y cultural que hace difícil romper el círculo de la
pobreza.
He dejado para el final un tema clave en calidad: personal que debe atender a
los grupos de niños y número de niños por adulto. La clave para poder potenciar
el desarrollo y el aprendizaje en esta primera etapa de la vida son las
interacciones que se producen entre el niño y un tercero que, en primer lugar,
es la madre, el padre. Pero en un espacio educativo, la educadora y la técnico
de párvulos es quien interactúa con en el niño, quien le ofrece oportunidades de
descubrimientos nuevos, quien responde a sus gorjeos, quien le ofrece
oportunidades de gozo y juego y hace del espacio físico un lugar donde cada
interacción del niño tiene un sentido para él, sin olvidar el afecto, el dar
seguridad, confianza, acunarlo, protegerlo. Estas profesionales de la educación
son quienes trabajan con las personas en el periodo más importante de su vida.
Con una educación de calidad dan un empuje fundamental para romper el círculo de
la pobreza de aquellos niños provenientes del 40% más pobre.
Es por eso que se avanzó. Es por eso que se entregaron nuevas herramientas.
Es por eso que se subió su salario. Pero sobre todo es por eso que avanzamos en
contratar educadoras para que en cada grupo de niños menores de un año y
entre uno y dos tuviese una educadora de párvulos y una técnica cada seis niños.
Esto da un promedio de cinco niños por adulto. No son los estándares de los
países que están en los primeros lugares del análisis del
Economist
Intelligence Unit que ranqueó los sistemas de educación inicial de 45
países y que sitúa a Chile en el lugar 20. Ellos tienen un adulto cada tres o
cuatro. Pero para nuestro país, en que el decreto 181 establece una educadora
cada 40 niños, es decir a cargo de dos grupos, es o era un gran avance.
Gigantesco. Es cierto que en una primera etapa esto no implicó un cambio de
norma y sólo fue para la Junta Nacional de Jardines Infantiles, Junji.
Pero también es cierto que era el primer paso para lograr definitivamente el
cambio del decreto 181, en lo que estábamos de acuerdo con Fundación Integra y
el equipo de educación preescolar del Ministerio de Educación. Este desafío
pendiente fue planteado en la reunión sostenida con las autoridades que asumían
el Ministerio de Educación los primeros días de marzo de 2010.
¿Qué pasó? Hoy nos encontramos con un cambio en los requerimientos para tener
un jardín infantil o sala cuna que aparece en el decreto 115 del 18 de mayo del
2012, firmado por el Presidente Piñera. Se aumenta en este nivel a una educadora
de párvulos cada 42 niños/as y una técnico cada siete.
Entonces, ¿de qué calidad
estamos hablando? Pero no sólo esto: se eliminan los auxiliares de servicio y el
certificado de salud que se les exige a las manipuladoras. ¿Qué opina el
ministro de Salud al respecto? Desaparece la directora con dedicación de su
jornada para administrar y gestionar el jardín Infantil.
Se trata de un retroceso grave para la educación parvularia en Chile. Se
invalidan los avances en cuanto a los derechos que tienen los niños y niñas
para recibir una educación de calidad. ¿De qué se trata? ¿De beneficiar a los
jardines infantiles privados? ¿De despedir a funcionarios de la Junji?
Públicamente, con gran despliegue comunicacional, se dice que este gobierno
avanzará en calidad, sugiriendo que en el pasado no se hizo nada al respecto. La
promulgación de este decreto, que va precisamente en la dirección contraria a la
calidad en educación parvularia, es inaceptable y muestra la nula coherencia,
una vez más, entre el discurso y los hechos